Música para escuchar y ver: la nueva transformación digital

La industria aprende a pensar en clave audiovisual como nunca antes lo hizo.

La música no es solo la combinación de melodía, ritmo y armonía. Es más que la sucesión de sonidos modulados para recrear el oído, trasciende el concierto de instrumentos o voces para deleitar o conmover a la audiencia. A juzgar por los usos y consumos tecnológicos, en la actualidad, la música se oye y se escucha, pero, sobre todo, se ve. Los dispositivos digitales han propiciado que esta manifestación artística requiera más de un sentido para ser disfrutada en plenitud. Así, como señala el profesor Adam Marcus, de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), no basta con los auriculares, sino que se necesitan pantallas: de smartphones, de tabletas táctiles, de ordenadores o de televisores.

Si ha habido dos plataformas que hayan impulsado esta transformación audiovisual, estas han sido, en primer lugar, YouTube, y más recientemente, TikTok. Estos servicios son muy populares, en especial, entre los jóvenes, apuntan los investigadores chinos Chao Lu, de la Universidad Politécnica de Hong Kong, y Jialu Chang, de la Universidad de Jaiotong. Las canciones que alojan y difunden sirven de base, motor o pretexto para vídeos que, semana tras semana, se convierten en los contenidos favoritos del público.

No en vano, la cantidad de navegantes que inician una sesión en YouTube supera los 1.900 millones mensuales, según los datos facilitados por la propia compañía. Esta cifra, que supone la mitad del tráfico en la red, explica que haya en esta página más de mil millones de horas de visualizaciones al día. La consultora Cisco calcula que el vídeo representará en 2022 el 82% de la circulación total en la web.

Desde que Elvis Presley protagonizó la producción considerada como el primer videoclip en 1957, Jailhouse Rock , las fórmulas no han dejado de sofisticarse. YouTube, que es propiedad de Google, provee prácticamente la mitad de la música bajo demanda. El 95% de sus anuncios son audibles, una proporción que multiplica por seis el volumen de publicidad sonora en Facebook. Siete de cada diez reproducciones en este sitio se lleva a cabo desde móviles.

La influencia de los móviles y de redes como YouTube y TikTok, claves para esta nueva revolución

Despacito , lanzada por Luis Fonsi en 2017; Baby Shark , de la marca educativa Pinkfong (2016); y Shape of You , de Ed Sheeran (datada también en el 2017), son las tres piezas que, en este mismo orden, encabezan el ránquing absoluto de visualizaciones en YouTube. El portal, además, puso en funcionamiento YouTube Music en el 2015 para transmitir videoclips, singles, discos y espectáculos a través de una interfaz personalizada.

Si se comparan estas magnitudes con las que maneja la televisión, sale ganando YouTube, que llega a más ciudadanos de Estados Unidos con edades comprendidas entre los 18 y los 34 años que cualquier canal convencional. En la clasificación de Alexa con los 500 mayores espacios en internet, esta plataforma ocupa el segundo lugar.

Sin embargo, su posición hegemónica, como la de Instagram en su categoría, se está viendo amenazada por la aplicación TikTok, lanzada en 2016 para reemplazar a Musical.ly. Con el material sonoro como hilo conductor, la versión internacional de la china Douyin experimentó un boom durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus.

El análisis al que ha sometido esta app la profesora Aliaksandra Shutsko, de la Universidad Heinrich Heine (Alemania), revela que las actuaciones musicales, junto a las humorísticas, son las más frecuentes, tanto si han sido desarrolladas por mujeres como si las han realizado hombres. Esta investigadora destacó en la última conferencia sobre interacción entre humanos y ordenadores que el repertorio de géneros es aquí más limitado que en
YouTube.

La música está en el centro de este cambio, que, en palabras de los doctores Bahiyah Omar y Wang Dequan, ambos de la Universidad Sains, en Malasia, ha desencadenado la “obsesión” de los chavales por mostrar su “talento”. TikTok no ha tardado en despertar el interés del sector por explorar todas sus posibilidades, de las creativas a las económicas, como añaden desde la escuela de negocios de Jönköping (Suecia) Johannes Ahise, Felix Nilsson y Nina Sandström.

Las duraciones de estos vídeos
se acortan y su intensidad se acrecienta. De hecho, los sencillos comerciales son cada vez más breves por la influencia de Spotify. Como se desprende de la interpretación de la asociación americana de la industria de la grabación, los artistas reducen la duración de las canciones porque cobran por reproducción y quieren evitar que sus oyentes se distraigan antes de que estas acaben.